lunes, 15 de septiembre de 2014
lunes, 1 de septiembre de 2014
AUTORA DEL MES DE SEPTIEMBRE 2014 - Krisma Mancía
AUTORA
DEL MES DE SEPTIEMBRE 2014
Krisma
Mancía
San
Salvador, El Salvador, 13 de febrero de 1980. Profesora, egresada de
la Universidad de El Salvador (UES). Perteneció al Taller de
Talentos de la Casa del Escritor. Publicó "La era del
llanto" en la Colección Nueva Palabra editada por la
Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI), CONCULTURA, San
Salvador, 2004. Ganadora del I Premio Joven "La Garúa" de
Santa Coloma de Gramenet, Barcelona (2006) con el poemario
"Viaje al Imperio de las Ventanas Cerradas". Ha publicado
en diversas revistas y periódicos culturales. Sus trabajos han
sido llevados a escena por el Grupo de Danza Contemporánea de El
Salvador.
Krisma
Mancía y su infierno poético
Miroslava Rosales
Miroslava Rosales
Como
verdadera acuariana, muy independiente. Su madre la recuerda como la
niña más traviesa del mundo, dice Krisma Mancía (1980), poeta
salvadoreña, cuyo libro Viaje al imperio de las ventanas
cerradas fue ganador en la categoría internacional del I
Premio de Poesía Joven La Garúa, España, en el 2006.
De pequeña se escapaba de la casa para jugar con sus amigos del vecindario, afincado en Ciudad Delgado, municipio de San Salvador. Recuerda muy bien los golpes, cada uno de antología, por esas correderas. Como buena acuariana, disciplinada, y por eso siempre aparecía en el cuadro de honor, hasta que llegó a la adolescencia y ya ahí todo cambió: "Era la peor", nadie la detenía.
Su padre le regaló su primer libro: "Azul" de Rubén Darío, y siempre le contaba historias. Le decía, para contentarla: "La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa?", y la niña, para ese entonces, juraba que esos versos eran de su padre. En su casa siempre habían libros bien escogidos.
Su padre era un obrero de una institución estatal y su madre se dedicaba a la casa, aunque de vez en cuando hacía trabajos de costurera. Cuando él fue despedido por el cierre, después de veinticinco años de trabajo, sin duda, significó un quiebre en la economía del hogar. Entonces, se dedicaron a la subsistencia, y ya no importaba tanto leer. Incluso Krisma le hizo a la mecánica, a la contabilidad, todo para dar soporte a la familia.
De pequeña se escapaba de la casa para jugar con sus amigos del vecindario, afincado en Ciudad Delgado, municipio de San Salvador. Recuerda muy bien los golpes, cada uno de antología, por esas correderas. Como buena acuariana, disciplinada, y por eso siempre aparecía en el cuadro de honor, hasta que llegó a la adolescencia y ya ahí todo cambió: "Era la peor", nadie la detenía.
Su padre le regaló su primer libro: "Azul" de Rubén Darío, y siempre le contaba historias. Le decía, para contentarla: "La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa?", y la niña, para ese entonces, juraba que esos versos eran de su padre. En su casa siempre habían libros bien escogidos.
Su padre era un obrero de una institución estatal y su madre se dedicaba a la casa, aunque de vez en cuando hacía trabajos de costurera. Cuando él fue despedido por el cierre, después de veinticinco años de trabajo, sin duda, significó un quiebre en la economía del hogar. Entonces, se dedicaron a la subsistencia, y ya no importaba tanto leer. Incluso Krisma le hizo a la mecánica, a la contabilidad, todo para dar soporte a la familia.
La decisión de qué estudiar en la Universidad no fue tan sencilla. Las opciones venían desde Medicina, nutrición, ingeniería o Letras. Por suerte venció la última.
Una vez ya en la Universidad, en las tardes se iba a clases de teatro con Filander Funes. En el 2002 entra a la Casa del Escritor, a cargo de Rafael Menjívar Ochoa, su compañero de vida. Y ahí confeccionó "La era del llanto", unidad que le da nombre a su primer libro, publicado en la colección Nueva Palabra, de la Dirección de Publicaciones e Impresos.
"Viaje al imperio de las ventanas cerradas" es su "joyita". "Es lo mejor que he hecho", asegura. Ahí Krisma sigue al mito de Ofelia, hija de Polonio en la obra de Shakespeare Hamlet. Es un desdoblamiento, "Ofelia está allí/ ante un puente de algas/ mirando cómo las ramas del sauce besan las manos del arroyo", y ambas saben que tienen que buscar ayuda. "Ofelia se levanta con la música de las máquinas", abre el libro, de ahí que nos trasladamos a un ámbito urbano, el hoy. Tanto el poemario como su única hija, Valeria, se gestaron juntos, y terminó cuando ella tenía un año de nacida.
Sus lecturas dependen del momento: en la adolescencia, la mitología. Luego vino, Lorca, Vallejo, Huidobro, Pizarnik, Shakespeare, Quevedo, Cortázar, Borges. Ahora Charles Bukowsky, igual le sigue pasando el escáner a lo que en el mundo se está haciendo. Le interesa mucho la poesía estadounidense.
Krisma Mancía cree "en el mundo y en la gente. Me volví creyente que hay muchos dioses en el mundo", dice esta sonriente mujer.
Bibliografía:
La era del llanto (2004)
Viaje al imperio de las ventanas cerradas (2006)
Ha sido incluida en:
Trilces
trópicos. Poesía emergente en Nicaragua y El Salvador
(2006)
Cruce de poesía: Nicaragua- El Salvador (2006)
Cruce de poesía: Nicaragua- El Salvador (2006)
ANTOLOGIA
POETICA
Llega
diciembre con su larga cola de vejez
- y tu fe y tu inocencia y tu sencillez
- flotan en las vestiduras del viento.
- Esta vez el techo de la casa no soportó el peso de tus sueños
- porque dejaste de cortar las estrellas
- que se anclan en lo más alto de la montaña
- y dejaste que la rosa del mar ya no existiera para ti
- sólo la inmensidad ilimitada de una tarjeta de banco
- ahora no existe el duende de tu voz
- ni la niña de trapo en la esquina de tu infancia
- sólo un universo de uñas que rasga la mejilla del cielo
- y perros ciegos
- que aprenden a dar la pata y a no morder los muebles.
-
- En tu imperio nadie confiesa que se han devorado la tierra
- que hay un odio constante contra la piel
- y que por eso hubo un genocidio ambicioso de gatos negros
- con los que se fabricaron lámparas nocturnas.
-
- Si alguien rompe los cables de electricidad
- hoy se apaga la vida
- se acaba el juego de la golondrina
- y ya no dirás todos los días: “Espejito, espejito, dime quién soy”.