Ficha biográfica:
Oswaldo Escobar Velado nació en Santa Ana en 1918 y falleció en San Salvador en 1961. Dejó una importante obra poética.
De su grupo, Pipo Escobar Velado, como le llamaron sus amigos, es el más representativo, el más consecuente con el duro oficio de escribir. Sus compañeros generacionales dieron su aporte en la poesía, en el cuento, en el ensayo, pero sin el aliento desgarrador de Escobar Velado, quien vivió en plenitud su existencia de hombre agobiado por múltiples contradicciones.
Solitario y enfermo, hizo de la poesía un arma contra el despotismo y la injusticia social. Aunque nunca llegó a inscribirse en una doctrina específica ni a militar en un partido político, su obra contiene una potente dosis de rebeldía contra el poder. Su visión del mundo está más cerca de Tolstoi que de Marx, más cerca de nuestro indio Aquino en su utopía socialista que de Mao.
Escobar Velado, como Masferrer, fue socialista por sentido ético y cristiano. Le conmovió más el dolor humano que la caracterización metódica del sistema semifeudal en el cual se halló inserto. Su aprehensión de la realidad trágica del |trabajador rural marginado no le llegó por medio de la teoría sociológica, sino del convivio con los propios hombres del campo o de sus largas conversaciones con los obreros de las zonas semiurbanas.
Se dice que la gran influencia en la poesía de Escobar Velado es de los poetas Miguel Hernández, Vladimir Maiakovsky, César Vallejo, Nazin Hikmet y Pablo Neruda.
Algunas de sus obras publicadas: Poemas con los ojos cerrados, Diez sonetos para mil y más obreros, Árbol de lucha y esperanza, Volcán en el tiempo, Cristoamérica, Tierra azul donde el venado cruza, Cubamérica, Cuscatlán en TV y Patria exacta.
Oswaldo Escobar Velado por Ana de Pacas
A través de un lenguaje bastante fluído, su poesía, originalmente romántica, nos hace sentir un cambio hacia una posición combatiente y de denuncia social, entrelazando historias que tienen como constante, el paso histórico de la deuda con el campesinado indígena, con el obrero y con los que sufren la opresión y explotación a nivel nacional.
Deja ver su estado de frustración al no encontrar en la vida, los códigos de honor, principios y valores impartidos en el hogar y en la escuela.
Estamos ante un escritor que se sumerge en los oscuros laberintos de la situación política nacional de su época para concentrarse y graficar ejemplarmente ese amplio espectro de discusión y creación que marca el debate cultural salvadoreño
Nos mueve a reflexionar sobre el país con alusiones al alto grado de corrupción que existe en el mismo terruño.
A través de un lenguaje bastante fluído, su poesía, originalmente romántica, nos hace sentir un cambio hacia una posición combatiente y de denuncia social, entrelazando historias que tienen como constante, el paso histórico de la deuda con el campesinado indígena, con el obrero y con los que sufren la opresión y explotación a nivel nacional.
Deja ver su estado de frustración al no encontrar en la vida, los códigos de honor, principios y valores impartidos en el hogar y en la escuela.
Estamos ante un escritor que se sumerge en los oscuros laberintos de la situación política nacional de su época para concentrarse y graficar ejemplarmente ese amplio espectro de discusión y creación que marca el debate cultural salvadoreño
Nos mueve a reflexionar sobre el país con alusiones al alto grado de corrupción que existe en el mismo terruño.
DISTANCIA DEL NIÑO A LA MANZANA
La manzana en el niño se colora
y toma en el rubor de sus mejillas
la música encendida de la aurora
y la tarde que cae de rodillas.
Del niño a la manzana no hay orillas.
La manzana en el niño se sonora
sobre un aire de hojas amarillas.
La manzana en el niño se incorpora.
Manzanizar el día y la campana
es oír cómo suena la manzana
en la mano del niño que la toma.
Por el niño, y su mano de criatura,
sonará la manzana con dulzura
los delgados violines de su aroma.
REGALO PARA EL NIÑO
Te regalo una paz iluminada,
un racimo de paz y de gorriones,
una Holanda de mieses aromada
y Californias de melocotones.
Un Asia si Corea ensangrentada.
Una Corea en flor, otra en botones.
Una América en fruto sazonada
y un mundo con azúcar de melones.
Te regalo la paz y su flor pura.
Te regalo un clavel meditabundo
para tu blanca mano de criatura.
Y en tu sueño que tiembla estremecido
hoy te dejo la paz sobre tu mundo
de niño, por la muerte sorprendido.
CRISTO MAÍZ
I
Indio de sol a sol en el arado,
de sol a sol en el arado fijo.
Indio que en el crepúsculo callado
es un moreno y largo crucifijo.
Indio que cuida con ternura de hijo
el surco que su mano ha delineado.
La tierra al darle el corazón prolijo
le da un amor de amor esperanzado.
La tierra es para él y su tristeza.
La tierra es para él y su alegría.
Pegado a ella su dolor empieza.
¿Y cómo no va a ser si él ha sembrado,
si cuando surge nuevamente el día,
lo sorprende la luz crucificado?
II
El indio es Cristo de Maíz tan puro
que ante él la luz se ve manchada y rota,
y al canto que da forma a la chiltota
le falta un poco de amarillo oscuro.
Le falta un poco de amarillo oscuro
para darnos la gracia de su nota.
El indio es Cristo, de su vena brota
la sangre tibia de Maíz maduro.
¿Y cómo no va a ser la tierra suya
si en cualquiera esperanza que construya
está el Maíz cantando delicado?
¿Si el instrumento indígena que era,
su tierra ajena, universal y clara,
se ha vuelto un crucifijo en el arado…?
EL VENADO
Cruza el venado como flecha de oro
manchada de cobalto,
en un salto sonoro,
la llanura que resulta pequeña para el salto.
A veces el venado es golondrina
por lo nervioso y ágil.
Cuando corre, la tarde cristalina
se desploma como una cosa frágil.
Olor a monte, a valle, a cazador que llega.
El venado es la flor que no se entrega
y veloz y audaz la luz deshace.
Y tan rápida y pronta es la partida
que apenas de la luz que cae herida
puede nacer la nueva luz que nace.
LA IGUANA
La iguana sola. Sobre la piedra, sola.
En pleno mediodía
apenas mueve su dorada cola.
Cola con sol y cola con poesía.
Sola. Sola. El sol la tornasola.
Se vuelve pedrería.
Su cresta en la cabeza es una ola
de fina alfarería.
Junto a los cactus, lejos de la hoja,
la iguana está sobre la piedra roja.
Sobre la piedra roja. Roja y dura.
Sola. Sola. El sol la tornasola
y cuando mueve su dorada cola,
la cola le fulgura.
DEL DOLOR COTIDIANO
A Manuel Scorza
Voy a cantar lo que nos duele cotidianamente
y cae como una gota amarga
al corazón.
Voy a cantar los lunes que amanecen esperando
agazapados mientras se abren las puertas
de las casas de préstamos
para pasar por ellas.
Voy a cantar lo que otros poetas callan.
El dolor de los pobres es más bello
porque es dolor exacto,
recio,
definitivo.
Pero el dolor de los pobres se canta a mi manera
y yo canto gritando.
Una muchacha linda me saluda
desde un Cadillac último modelo.
Yo la miro pasar, mientras un niño
que habla con los ojos
abre la golondrina de su mano.
Estas cosas amargas, cotidianas,
se deben de cantar para abultarlas:
porque ya no es posible que transcurran
y que caigan.
¿Por qué no canta el pueblo alegremente?
No me preguntes cosas tan estúpidas.
¿Cómo puede cantar el hombre que le falta
la estrella de la leche en la mañana?
¿Cómo puede cantar, amaneciendo
como un perro nocturno
que tuvo que dormir en los portales?
¿Cómo puede cantar si no hay justicia,
si sobran demagogos en la esquina,
si todo es negro,
la noche, la mañana, el mes, hasta el vestido?
Y en medio de todo esto pensar que todavía
el poeta se pone una flor en la solapa.
PATRIA EXACTA
Esta es mi Patria:
un montón de hombres, millones
un montón de hombres, millones
de hombres, un panal de hombres
que no saben siquiera
de donde viene el semen
de sus vidas
intensamente amargas.
Esta es mi Patria:
un río de dolor que va en camisa
y un puñado de ladrones
asaltando
en pleno día
la sangre de los pobres.
Cada Gerente de las Compañías
es un pirata a sueldo; cada
Ministro del Gobierno Democrático
un demagogo
que hace discursos y que el pueblo
apenas los entiende.
Ayer oí decir a uno de esos técnicos
expertos en cuestiones
económicas que todo
marcha bien, que las divisas
en oro de la patria
iluminan las noches
de Washington, que nuestro crédito
es maravilloso, que la balanza
comercial es favorable, que el precio
del café se mantendrá
como un águila ascendiendo y que somos
un pueblo feliz que vive y canta.
Así marcha y camina la mentira entre nosotros.
Así las actitudes de los irresponsables.
Y así el mundo ficticio donde cantan
como canarios tísicos,
tres o cuatro poetas,
empleados del Gobierno.
Digan, griten, poetas del alpiste.
Digan la verdad que nos asedia.
Digan que somos un pueblo desnutrido.
Que la leche y la carne se la reparten
entre ustedes
después que se han hartado
los dirigentes de la cosa pública.
Digan que el rábano no llega
hasta las mesas pobres; que diariamente
mueren cientos sin asistencia médica
y que hay mujeres que dejan
la uva de su vientre
a plena flor de calle.
Digan que somos lo que somos
un pueblo doloroso,
un pueblo analfabeto,
desnutrido y sin embargo fuerte
porque otro pueblo ya se habría muerto.
Digan que somos, eso sí, un pueblo excepcional
que ama la libertad muy a pesar del hambre
en que agoniza.
Yo grito, afirmo y aseguro:
En todas partes donde vivo, el cerro.
En todas partes donde canto, el hambre
El hambre y el dolor junto a los hombres.
La miseria golpeándoles la vida
hasta quebrar el barro más cocido del alma.
Y a esto amigo se le llama Patria
y se le canta un himno
y hablamos de ella como cosa suave,
como dulce tierra
a la que hay que entregar el corazón hasta la muerte.
Mientras tanto al occidente de la casa que ocupo
hay una imagen encaramada en el mundo
(¡mayor razón para que viera claro!)
y allá junto a sus pies de frío mármol
una colonia alegre
se va en las tardes
cantando, a los cinemas.
Bajo la sombra de “El Salvador del Mundo”
se mira el rostro de los explotadores.
Sus grandes residencias con sus ventanas que cantan.
La noche iluminada para besar en Cadillac
a una muchacha rubia.
Allá en el rostro de la Patria, un gran dolor
nocturno: allá y yo con ellos, están los explotados.
Los que nada tenemos como no sea un grito
universal y alto para espantar la noche.
Allá las mesas de pino; las paredes
húmedas; las pestañas de las tristes candelas;
la orilla de un marco de retrato
apolillado; los porrones
donde el agua canta; la cómoda
donde se guardan las boletas
de empeño; las desesperadas
camisas; el escaso pan junto a los lunes
huérfanos de horizontes; el correr
de los amargos días; las casas
donde el desahucio llega y los muebles
se quedan en la calle
mientras los niños y las madres lloran.
Allá en todo esto, junto a todo esto,
como brasa mi corazón
denuncia al apretado mundo
la desolada habitación del hombre que sostiene
el humo de las fábricas.
Esta es la realidad.
Esta es Mi Patria: 14 explotadores
y millones que mueren sin sangre en las entrañas.
Esta es la realidad.
¡Yo no callo aunque me cueste el alma!
que no saben siquiera
de donde viene el semen
de sus vidas
intensamente amargas.
Esta es mi Patria:
un río de dolor que va en camisa
y un puñado de ladrones
asaltando
en pleno día
la sangre de los pobres.
Cada Gerente de las Compañías
es un pirata a sueldo; cada
Ministro del Gobierno Democrático
un demagogo
que hace discursos y que el pueblo
apenas los entiende.
Ayer oí decir a uno de esos técnicos
expertos en cuestiones
económicas que todo
marcha bien, que las divisas
en oro de la patria
iluminan las noches
de Washington, que nuestro crédito
es maravilloso, que la balanza
comercial es favorable, que el precio
del café se mantendrá
como un águila ascendiendo y que somos
un pueblo feliz que vive y canta.
Así marcha y camina la mentira entre nosotros.
Así las actitudes de los irresponsables.
Y así el mundo ficticio donde cantan
como canarios tísicos,
tres o cuatro poetas,
empleados del Gobierno.
Digan, griten, poetas del alpiste.
Digan la verdad que nos asedia.
Digan que somos un pueblo desnutrido.
Que la leche y la carne se la reparten
entre ustedes
después que se han hartado
los dirigentes de la cosa pública.
Digan que el rábano no llega
hasta las mesas pobres; que diariamente
mueren cientos sin asistencia médica
y que hay mujeres que dejan
la uva de su vientre
a plena flor de calle.
Digan que somos lo que somos
un pueblo doloroso,
un pueblo analfabeto,
desnutrido y sin embargo fuerte
porque otro pueblo ya se habría muerto.
Digan que somos, eso sí, un pueblo excepcional
que ama la libertad muy a pesar del hambre
en que agoniza.
Yo grito, afirmo y aseguro:
En todas partes donde vivo, el cerro.
En todas partes donde canto, el hambre
El hambre y el dolor junto a los hombres.
La miseria golpeándoles la vida
hasta quebrar el barro más cocido del alma.
Y a esto amigo se le llama Patria
y se le canta un himno
y hablamos de ella como cosa suave,
como dulce tierra
a la que hay que entregar el corazón hasta la muerte.
Mientras tanto al occidente de la casa que ocupo
hay una imagen encaramada en el mundo
(¡mayor razón para que viera claro!)
y allá junto a sus pies de frío mármol
una colonia alegre
se va en las tardes
cantando, a los cinemas.
Bajo la sombra de “El Salvador del Mundo”
se mira el rostro de los explotadores.
Sus grandes residencias con sus ventanas que cantan.
La noche iluminada para besar en Cadillac
a una muchacha rubia.
Allá en el rostro de la Patria, un gran dolor
nocturno: allá y yo con ellos, están los explotados.
Los que nada tenemos como no sea un grito
universal y alto para espantar la noche.
Allá las mesas de pino; las paredes
húmedas; las pestañas de las tristes candelas;
la orilla de un marco de retrato
apolillado; los porrones
donde el agua canta; la cómoda
donde se guardan las boletas
de empeño; las desesperadas
camisas; el escaso pan junto a los lunes
huérfanos de horizontes; el correr
de los amargos días; las casas
donde el desahucio llega y los muebles
se quedan en la calle
mientras los niños y las madres lloran.
Allá en todo esto, junto a todo esto,
como brasa mi corazón
denuncia al apretado mundo
la desolada habitación del hombre que sostiene
el humo de las fábricas.
Esta es la realidad.
Esta es Mi Patria: 14 explotadores
y millones que mueren sin sangre en las entrañas.
Esta es la realidad.
¡Yo no callo aunque me cueste el alma!
ANHELO DE LIBERTAD TOTAL
Bajo este viento negro que golpea la noche,
lejos del tremendo fastidio de las ciudades grandes,
quiero decir mi canto de libertad, yo solo.
Yo quiero huir del corazón del mundo,
dejar estas raíces que me atan a la tierra,
soltar estas mis manos que ni siquiera pueden
ir a tocar las rojas pupilas de los astros.
Mi cabellera amarga, mi boca sin un grito,
mis ojos como lámparas en los mismos paisajes.
Anhelo de ser pájaro y anhelo de ser astro.
Deseo de oír música y de encender la rosa,
de saber si el verano trae botas azules,
de ver cómo los ángeles desnudan a la aurora
y saber si en los ríos hay violines tocando.
Emoción de meterse debajo de la tierra
y de sentir la vida de las frescas raíces.
Emoción de querer ir dorando los frutos
para jugar con ellos y jugar con los niños.
Libertad es olvido de las ciudades tristes
que tienen cementerio;
libertad es olvido de las cadenas frías
¡olvido de este lastre que nos ata a la tierra!
SONETO ÍNTIMO A SIMÓN BOLÍVAR
Bolívar, te regalo mi camisa
y te invito a mi mesa de hombre triste,
mesa sin pan, sin lámpara y sin risa
nacida del dolor que tú sentiste.
En esta casa ajena ya no hay brisa
y hasta el dorado sol casi no existe;
y aquí en mi patria amarga sin sonrisa
estoy en el exilio que tuviste.
Pero tengo esperanza de que vengas,
que nuestra justa lucha la sostengas
para llenar al hombre de alegrías.
Entonces en la Patria que soñamos
todos los que luchando te esperamos
te veremos nacer todos los días.
CARTA A LA MADRE MUERTA
Yo te había llorado desde antes de tu muerte
desde antes de los altos cipreses de tu ausencia.
Cuando llegó el minuto que te cerró los ojos
mi corazón sangraba desde lejanos días.
Me duele que no mires el mundo que yo espero.
En él la harina blanca de tus manos de seda
hubieran repartido los claveles más rojos
entre todos los niños y entre todas las madres.
No puedo ver tu muerte eternamente viva.
Tu muerte que yo niego porque sé que tú vives
en cada golpe ciego que en mi camino encuentro
sólo para vendarme la herida madurada.
Mi vida es como un túnel si me faltan tus ojos;
ellos desde el recuerdo me prestan sus aceites
para encender mi lámpara temblante y diminuta
y entonces el camino se vuelve menos áspero.
Si yo no comprendiera que en mí toda palpitas
no amara como amo con el amor más alto
la sangre de mi pueblo por el que tú luchaste,
¿te acuerdas, con Urania, al lado de nosotros…?
Para saberte muerta necesito rendirme,
necesito perderme y traicionar a todos
los que piensan que el niño debe tener juguetes
en una nueva Patria distinta a la que viste.
Hablo desde la casa más triste que he tenido.
Desde un apartamiento donde sólo cabemos
mi soledad sombría y este dolor perenne
de ir escribiendo versos para olvidar la vida.
Aquí no tengo nada. Hay unos pocos muebles.
La sala. El escritorio. La cama donde un día
me velaste en silencio creyendo que la muerte
con sus alcoholes ácidos me apagaría el pecho.
Las plantas que cuidabas marchitaron sus hojas.
La vida me parece una cosa tan vana
La vida me parece una cosa tan vana
que hasta siento deseos de ir apagando lámparas
para que ya mis ojos descansen en la sombra.
Roberto en Nicaragua, Rosa María, triste.
Héctor ha sido un padre para aliviar mi pena.
Sus hijos y su esposa me iluminan la angustia
pero a pesar de todo yo me encuentro muy solo.
Si no fuera el recuerdo de tu presencia de ángel
sería llamar ardiendo para los manicomios,
la soledad me mata, me atenaza, me quema,
pero a pesar de todo yo me encuentro muy solo.
Y no quiero morirme porque la lucha sigue.
Me acojo a tu recuerdo para seguir viviendo
y si a veces yo siento deseos de matarme
me detienen tus ojos mirándome del cielo.
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