NAYDA ACEVEDO MEDRANO
Autora marzo 2016.
VAMOS
A PINTAR
Señora
estrella, la bella,
¿vamos
juntos a pintar?
El
arcoíris me dijo
que
un color nos prestará.
Puede
ser el amarillo:
celoso
el sol se pondrá;
o
el rojo, el de la rosa,
podemos
también usar.
¿Elegimos
el violeta
como
el carro de papá?
mejor
un azul intenso
tan
brillante como el mar.
Señora
estrella, la bella,
¿el
turquesa elegirá?
¡qué
color tan elegante!
Vámonos
pues a pintar.
CANTOS
DE LA ABUELA LUNA
La
abuelita luna me contaba el cuento
de
los viajes largos que hizo en su momento.
Me
contó del bosque, lugar encantado,
donde
había un árbol achocolatado;
del
señor contento con sombrero ruso,
que
a todos hablaba de un ratón intruso.
De
una isla-estrella de colores raros
donde
todo el mundo se daba las manos.
La
abuelita luna cantaba tonadas
en
idioma extraño, como el de las hadas.
Me
besaba siempre los ojos chinitos,
la
frente, las manos y los cachetitos.
Conversaba
mucho con finos claveles,
les
hacía ropa con cortapapeles.
Mi
abuelita hermosa, cuéntame otro cuento:
te
daré abrazos, dormiré contento.
TE-TU-TO-TI-TÁ
Ta, ta,
titititá.
¿Qué dice
el reloj?
- ¡A
despertar!
Te, te,
tititité.
¿Qué dice
el reloj?
- Hay que
comer.
Ti, ti,
tititití.
¿Qué dice
el reloj?
- Hay que
partir
To, tó,
titititó.
¿Qué dice
el reloj?
- Hazme un
favor.
Tu, tu,
titititú.
¿Qué dice
el reloj?
- Dame un
beso tú.
¡YO YA ESTOY MUY GRANDE!
Señores,
señoras,
yo
ya estoy muy grande,
un
año he cumplido,
el
mundo se expande.
Ya
doy muchos pasos
y
lo alcanzo todo;
hablo,
canto y bailo,
y
es muy a mi modo.
Tengo
dos hermanos
que
pasan contentos
porque
siempre aplauden
todos
mis inventos;
mis
primos me abrazan,
mis
primas me besan,
aunque
a veces dicen:
¡este
niño pesa!
Papito
y mamita,
con
mucha paciencia,
me
enseñan las cosas
con
gran eficiencia,
lo
que ellos no saben,
es
que, calladito,
les
enseño todo,
así
despacito
¡Ya
soy todo un niño,
yo
ya estoy muy grande!
quien
no esté de acuerdo
que
me cambie el pamper.
EL
BARQUITO MUSICAL
Tenemos
todos un barco
que
navega sin cesar
lleno
de muchas sonrisas,
¡triste
no puedes estar!
qué
lindo nuestro barquito
cuando
a toda máquina va,
se
oye su música a bordo:
Chin-pum-chin-chun,
chin-pum-chan.
¿Quieres
venir con nosotros?
espacio
siempre tendrá,
para
bailar muy alegres
cumbia,
mambo y cha-cha-chá.
Cuando
el barco llegue a puerto
también
te contagiará,
pues
su ritmo es pagajoso:
rata-tintín,
rata-tán.
Nos
vamos: ¡todos a bordo!,
Nuevamente
hacia la mar,
cantando
y también bailando
chin-pum-chin-chún,
rata-tán.
LOS
CONTRAMAESTRES MÚSICOS DE ALTAMAR
Y SU
CAPITÁN ADORABLE.
Un
pulpo de diez colores
me
contó muy convencido
toditos
los pormenores
de
los que había sucedido.
Eran
dos contramaestres
(los
dos estaban loquitos),
comían
fresas silvestres
y
hablaban con los mosquitos.
Uno
tocaba guitarra
con
cuerdas de algas marinas,
parecía
una chicharra,
¡pero
cuando desafina!.
El
otro su pecho hinchaba
para
soplar muy, muy fuerte,
pues
la armónica tocaba…
¡quien
no lo oyó tuvo suerte!
Cuando
se juntaba el coro,
todos
los peces huían,
un
barco perdió el tesoro,
las
corrientes no fluían.
El
capitán Adorable,
Jefe
de la embarcación,
les
mandó a decir por cable lo que va a continuación:
“Me han contado las gaviotas
Que
está entre sus menesteres
asustar
todas las flotas
¡como
si músico fuereis!
Esperenme
por la tarde
y
cantaremos los tres,
llevaré
un trombón, ¡qué alarde!
y
las maracas de un pez.
El
calamar y sus conchas
de
orejeras pondrán colchas
y
nadie se va a quejar”.
Y
tal cual lo había dicho
fue
el Capitán Adorable,
pero
ni siquiera un bicho
llegó
a la fiesta bailable.
Así
pasaron las cosas,
según
me lo dijo el pulpo,
pero
yo, por si las moscas,
si
algo olvidé me disculpo.
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